Hamlet, análisis del monólogo (Revisión histórica de la literatura universal)

Jean Mersault
6 min readFeb 11, 2020

--

En Hamlet se barajan muchos problemas: política, fuerza y moralidad, debate sobre la unidad de la teoría y la práctica, sobre la finalidad suprema y el sentido de la vida; hay una tragedia amorosa, familiar, estatal, filosófica, escatológica y metafísica.
En esta obra el príncipe de Dinamarca tiene cinco monólogos. Son escenas en las que Hamlet está solo… con el público y habla para el público.
El tercer monólogo, conocido por sus palabras iniciales To be or not to be… el más famoso y comentado. Esta frase representa la pregunta esencial de la experiencia humana, atribulada frente a las tensiones que se producen entre la voluntad y la realidad, de tal manera que la vida y la muerte se convierten en opciones a considerar.

El monólogo es consecuencia del conflicto interior que atraviesa el personaje ante la fatalidad de los hechos y las dudas que le asaltan.
Hamlet es un príncipe del siglo XVI, que vive un extrañamiento y una enajenación por el choque brutal ante las circunstancias adversas y sus ideas humanísticas (...)

Supone Hamlet que antes que un príncipe debe ser, ante todo, un hombre, un amigo. Estos nuevos valores se contradicen con la circunstancia que vive. El fantasma le exige venganza, pero la venganza y la intriga no son sino un regreso a la tradición, un regreso al ojo por ojo y diente por diente.
Para Hamlet la muerte parece sueño; la vida, una pesadilla.
El monólogo avanza: sienta a la conciencia en el banquillo de los acusados. La conciencia luce como la justificación de la cobardía ante la única salida que parece digna: morir antes que matar; el sueño eterno, antes que el sufrimiento sin sentido.
La identidad y la existencia se debaten, buscan reconfigurarse, redefinirse, encontrar el sentido al curso de los hechos.
Las dudas, sin embargo, se apoderan del pensamiento de Hamlet: ¿acaso ha visto verdaderamente al fantasma de su padre o ha sido el fruto de su imaginación? De ser cierto, ¿qué hacer entonces? ¿Vengará a su padre y se convertirá él mismo en un asesino? ¿Será más digno provocar su propia muerte antes que matar, o matar será más digno que morir?

Acto III, escena 1ª:

Hamlet;

Ser o no ser: todo el problema es ese:
¿Qué es lo más noble para el espíritu,
sufrir los golpes de la atroz fortuna,
o tomar armas contra un mar de males

¿Y darles así fin? Morir: dormir;
no más; Y al dormir decir que damos fin
a las penas, y a los golpes naturales
que son la herencia de la carne humana, consumación es esta
que con ruegos se puede desear. Morir, dormir;
dormir: tal vez soñar: Ay, he aquí el obstáculo.
 
Pues en tal sueño seguro soñaremos
que libres de las trabas de la muerte,
tendremos una pausa: este respeto
larga existencia ofrece al infortunio.
 
Pues ¿soportar azotes y desprecios,
del opresor el yerro, orgullos e injurias,
congojas de despecho, la lentas ley;
la insolencia del poder y el desprecio
que ameritan paciencia y dignidad;
cuando se podría hallar la propia paz
¿con un simple puñal? ¿Llevar las cargas, 
sudar, gemir bajo una vida larga,
pero aquel temor de algo tras la muerte,
esa ignota región de cuyos límites
no acierta a regresar viajero alguno, confunde nuestra voluntad
y aun nos hace soportar los males que tenemos
antes que lanzarnos a los ignorados?

La conciencia así a todos acobarda
y así el matiz de la resolución
se enferma con el pálido reflejo del pensamiento,
y las empresas fuertes y oportunas
por esta causa sus corrientes tuercen,
y nunca más actúan. Mas… silencio.
 
¡La bella Ofelia! Ninfa, en tus rezos
acuérdate de todos mis pecados.

To be or, not to be: that is the question: Quiere decir literalmente: ser o no ser. esa es la cuestión.
Pero to be también quiere decir estar o no estar. Y en un sentido más general podríamos decir que significa hacer o no hacer. Obrar o no obrar. Decidirse o no decidirse. Esa es la cuestión.

En esto ha habido consenso entre los estudiosos que están de acuerdo en que una de las características de Hamlet, del príncipe, es esa: la duda. Hamlet duda permanentemente. Incluso de la veracidad del fantasma de su padre, aunque lo vio con sus propios ojos.
Así que el primer planteamiento es claro: actuar o no actuar.

Y luego:

¿qué es los más noble para el espíritu, sufrir
los golpes de la atroz fortuna
o tomar armas contra un mar de males
y, oponiéndolas, acabarlas? morir: soñar
es decir, soportar con resignación los golpes y los dardos de la vida o afrontarlos, combatirlos y acabarlos.

y ahora Shakespeare salta a terrenos más deleznables.

morir: dormir?
no más; y al dormir decir que damos fin
a los dolores del corazón –las penas- y golpes naturales
que son la herencia de la carne humana, consumación es esta
(que) con ruegos se pueda desear. morir, dormir.

Curiosa, pero de algún modo cierta, la reflexión según la cual lo más parecido a la muerte es el acto –la experiencia- de dormir. y en este equívoco morir / dormir… pues aceptar los golpes naturales que son la herencia de la carne humana y, además, desearlos con devoción.

dormir: tal vez soñar: he aquí el obstáculo
pues en tal sueño seguro soñaremos (pues en ese dormir de muerte los sueños que pueden llegar).
que, libres de las trabas de la muerte,
tendremos una pausa: este respeto larga existencia ofrece al infortunio

Hamlet continúa profundizando y el sueño de que nos habla no es el que solemos tener cuando dormimos. No, se trata de aquel que sobreviene “ya libres de las trabas de la muerte”, es decir, cuando estemos muertos. Aquí pareciera que asoma un matiz religioso, cristiano: lo que sobrevendrá cuando estemos muertos: cielo, infierno, purgatorio. esto es lo que Shakespeare llama una pausa.
larga existencia ofrece al infortunio;
Así, para Hamlet, la vida es una calamidad (un infortunio… y la fortuna, como repite con frecuencia, una ramera).

Pues ¿soportar azotes y desprecios,
del opresor el yerro, orgullo e injurias,
congojas de desprecio, la lenta ley,
La insolencia del poder, el desprecio
que amerita paciencia y dignidad
cuando se podría hallar la propia paz
con un simple puñal? ¿llevar las cargas
bajo una vida larga; sudar, gemir?

Acá el razonamiento parece sensato. establecido como queda que tras la muerte vendrá una pausa que merece respeto, no podemos entonces acabar la vida por cuenta propia. si así fuera ¿por qué soportar todas las consecuencias de vivir todos los días?
Enseguida Shakespeare/Hamlet profundiza nuevamente y a estas alturas las interpretaciones son múltiples y quizás el error consista en tratar de sacar conclusiones más o menos definitivas.

Continúa Hamlet:

pero aquel temor de algo tras la muerte,
esa ignota región de cuyos límites
no acierta a traspasar viajero alguno, confunde la voluntad
y, mejor, nos hace soportar los males que tenemos
¿antes que lanzarnos a los ignorados?

Parecería que en “aquel temor de algo tras la muerte se encuentra la clave de todo el monólogo.
Hamlet es definitivamente cristiano; nuestros actos y nuestro infortunio, nuestros planes y propósitos, están supeditados por ese temor de algo tras la muerte.
Y, dicen algunos comentaristas, ¿cómo dice Hamlet: “la muerte esa ignorada región de donde ningún viajero regresa…” si al comienzo de la pieza se le aparece el fantasma de su padre… penando por haber muerto sin confesión y sin extremaunción?
Podría ser que a Shakespeare le tenía sin cuidado esta aparente contradicción.
La obra está llena de ‘contradicciones’ y Hamlet es mucho más que una obra de teatro como para que Shakespeare se detenga en minucias que le impidan moldear su personaje.

Hamlet es más importante que el fantasma. Aparte de que el recurso del fantasma era no solamente muy teatral sino muy entretenido (tanto que Shakespeare lo vuelve a sacar en el tercer acto).
Lo que sigue es casi la simple conclusión de lo planteado: aquel temor de algo tras la muerte… confunde nuestra voluntad, nos vuelve cobardes, nos impide actuar y decidirnos…

así, a todos acobarda la conciencia,
y el primer matiz de la resolución
se enferma con el pálido reflejo del pensamiento
y las empresas fuertes y oportunas
por esta causa sus corrientes tuercen
y nunca más actúan. Más… Silencio.

El príncipe ha terminado su monólogo y aparece Ofelia. De entrada Hamlet le suelta una ironía:

La bella Ofelia, ninfa, en tus oraciones
acuérdate de todos mis pecados.

Y de esta manera también concluye nuestro análisis.

--

--